Un texto sobre una palabra que no existe (pero que debería existir) en todas las lenguas
El concepto de belleza es algo que siempre ha intrigado al ser humano. ¿Qué es la belleza? ¿Se trata de un valor universal o más bien de algo propio de cada cultura? ¿Algo puede ser bello en todas las épocas y en todas las regiones? Como amante de las humanidades, pero un poco más inclinado a la historia que a la filosofía, mi principal preocupación ha siempre sido comprender como cada época y cada cultura entiende lo bello, y no buscar definiciones universales para este vocablo tan complejo. El foco de mis estudios ha sido lo que hace que una persona sea bella. Eso para mí es una cuestión fundamental.
He pensado mucho sobre el asunto y oí algo interesantísimo en una de las clases que tuve en la facultad de historia de Santiago. La asignatura se llama “Economía, sociedad e instituciones en la Antigüedad” y el profesor empezó a hablar sobre la belleza… Yo pensé que, como ya había estudiado mucho el asunto, no iba a ver nada de nuevo en aquella clase. Sin embargo, huyendo al sentido común e yendo hasta el mundo romano para dar su opinión sobre la noción del bello, este profesor abrió nuestros ojos para algo que nunca habíamos pensado: la noción de venustas.
Venustas es, obviamente, una palabra que no existe en ningún diccionario de lengua castellana (que yo conozca). Se trata de una palabra latina que se puede encontrar, por ejemplo, en un texto del arquitecto Vitruvio: él dice que la ciudad ideal debe tener firmitas (solidez), utilitas (utilidad) y venustas. ¿Y qué quiere decir esta última palabra? Muchos la han traducido por “hermosa”, pero esta traducción, como bien señala mi profesor, no es adecuada. Según él
Venustas es un substantivo formado a partir del nombre de Venus, la Diosa del Amor, y significa ‘aquello que es lo propio de Venus’; una cosa con venustas tiene las cualidades, las funciones propias de Venus, todo aquello que hace a Venus ser como es y lo que es.
Venustas: “aquello que es lo propio de Venus.” Muy bien. Pero, ¿qué es lo propio de Venus? Esto es muy sencillo. Lo propio de Venus es hacer nacer el amor, es hacer que uno se enamore, es crear el deseo, despertar la pasión. Podemos ver que venustas es una palabra que no tiene equivalente en muchas lenguas modernas.
Esta fue una de las mejores clases del cuadrimestre. Yo ya había pensado en algo similar a venustas pero no lo conseguía expresar muy bien precisamente porque la palabra no existe en la lengua castellana y tampoco en mi lengua materna, el portugués.
Me parece que en muchos casos, cuando hablamos sobre el amor y la atracción, la palabra belleza no es suficiente. Venustas, creo, es un vocablo que puede complementarla, porque no es lo mismo que belleza, sino, como dijo enseguida mi profesor, una belleza “en movimiento”. Es decir: una belleza que actúa, que suscita el deseo.
Todos los días vemos a personas que consideramos guapas. Eso no nos hace sentir nada especial. Sin embargo, una persona venusta, es decir, una persona que ponga su belleza en movimiento y que despierte en nosotros algo más que un simple goce estético, eso es difícil de encontrar.
En definitiva, con la clase de mi profesor aprendí esta palabra fantástica: vetustas. Podríamos luchar para que hiciera parte de la lengua castellana. A partir de ella, creo, todo lo que entendemos por belleza cambia un poco (fue lo que sucedió conmigo, por lo menos), y podemos estudiar este difícil concepto a partir de un punto de vista distinto. Para los que tienen curiosidad y quieren estudiar el tema de lo bello con más profundidad, recomiendo el magnífico texto de mi profesor ¿Qué es la belleza?, indicado en una nota anterior.
Para terminar: el famoso poeta brasileño Vinicius de Moraes dijo en un poema: “Discúlpenme las feas, pero belleza es fundamental.” A mí me gusta mucho Vinicius, pero creo que, con respecto a la belleza, Proust hizo mejor: “Dejemos las mujeres bonitas a los hombres sin imaginación”. Estaba yo hablando con mi padre sobre la belleza, hace mucho tiempo, y le dije esta última frase. A él no le gustó. Pensaba que eso quería decir que las mujeres guapas no eran inteligentes. Lo dejamos aquí.